LA LINDE, 8-2017
El Estrato Impertinente:
Andrea Moreno Martín. Dra. en Arqueología. andrea.moreno@uv.es
Arriba: cartel de Alcaraz: “¡Hagamos Valencia inexpugnable! Brigadas de fortificación” y cartel de Parrilla “Camaradas de la retaguardia más refugios y evitaremos nuevas víctimas” (Fuente: Arxiu Universitat de València CPC). Abajo: bombardeo sobre la Estación del Norte en València (Fuente: Ufficio Storico della Aeronautica Militare); vista lateral en tierra de un HE-45 del grupo 6-G-15 de la aviación sublevada y vista lateral en vuelo de un HE-45 (Pavo) durante la guerra (Fuente: Enciclopedia Ilustrada de la Aviación 1982)
En estos días, la agenda cultural de nuestra ciudad se encuentra en estado de ebullición. No hay día que no haya evento o acto al que una pueda acudir si la agenda se lo permite. Y, de hecho, con frecuencia, la contraprogramación de actividades suele generar dilemas a la hora de elegir a cuál ir. Sin embargo, en mi agenda estaba marcado en rojo el día 19 de abril de 2017.
Coincidencia o no, un 19 de abril de hace 80 años, allá por 1937 – en plena guerra- Franco suprimía los partidos políticos y decretaba la FET y de las JONS como partido único bajo su mando. Ese mismo año, además, en Valencia habían comenzado los ataques de los sublevados mediante los bombardeos por mar y aire sobre la ciudad y la población civil. Una lluvia de bombas, proyectiles y metralla que no cesaría hasta el final de la guerra.
Años, décadas después, el día 19 de abril de 2017, se iba a producir en Valencia un acto inaugural sin precedente conocido. Tal primicia era la apertura al público de un refugio antiaéreo de la guerra civil. El acto contaba además con la inauguración simultánea de la exposición temporal: “Tempesta de Ferro. Refugis Antiaeris a València”, comisariada por José Azkárraga, Alejandro Calpe, Miguel Mezquida y José Peinado. La muestra con una atractiva museografía, a cargo de Vacceo Patrimonio SL, era el complemento perfecto para la visita al refugio. Estructurada en tres bloques temáticos, la exposición aborda los bombardeos sobre la ciudad y sus efectos así como la actividad de la Junta de Defensa Pasiva y la construcción de los refugios. Y es que, con más de 400 bombardeos, Valencia fue una de las urbes más castigadas por los ataques de la aviación sublevada contra la retaguardia republicana (Aracil, Villaroya, 2010). Novedoso y muy interesante resulta el cierre de la muestra donde se explica cómo, acabada la guerra, algunos refugios, especialmente en el sector de los poblados marítimos, fueron ocupados y convertidos en improvisados espacios domésticos durante la postguerra (Azkárraga et al, 2017). Una línea de estudio poco abordada hasta la fecha por las investigaciones y que puede explicar por qué en algunos pueblos los ayuntamientos ordenaron tapiar y colmatar los refugios (Moreno, Olmos, 2015, pp. 115).
Pero volvamos al 19 de abril de 2017… Eran las 19:15h y esperábamos en cola a la puerta del Ayuntamiento de Valencia mientras en la entrada confirmaban que los asistentes estábamos en la lista de invitados. Si miras con detenimiento, en la fachada del inmueble aún se aprecian las marcas de detonaciones de aquellos proyectiles que fueron parte de la vida cotidiana de la ciudad en guerra. Y así lo explica, desde hace bien poco, uno de los tótems que el Ayuntamiento ha instalado como parte de la ruta “València en la Memòria”, que marca edificios y monumentos destacados de esa Valencia de la retaguardia (La Vanguardia 02/12/2016). Un pasado y una historia que siempre han estado ahí; solo hacía falta dedicarles tiempo y querer mirarlos.
Confirmados los nombres, accedimos al edificio. La imponente escalera de mármol blanco que nos daba la bienvenida, también fue víctima de las bombas que, en mayo de 1937, impactaron en Ayuntamiento. Al acceder al salón, donde tuvo lugar la recepción, nos organizaron en grupos, identificables a través de unas chapas de distintos colores y nos obsequiaron con el catálogo de la exposición. El aforo había sobrepasado el previsto. No quedaban sillas libres y la gente se ordenaba de pie, junto a las paredes. En el acto intervinieron Glòria Tello, concejala de Patrimonio y Recursos Culturales, y el alcalde, Joan Ribó. Sus intervenciones, jalonadas de datos históricos, pusieron en valor el trabajo que ese día culminaba con su presentación a la ciudadanía. Quizás por las ganas de bajar al refugio, el acto se nos hizo algo largo; un discurso se enlazaba con otro y se adornaba con listados infinitos de agradecimientos, en los que, por cierto, no hubiera estado de más mencionar a los profesionales que habían trabajado en el proyecto y a los comisarios de la exposición. El trabajo del técnico, a veces, es así de ingrato…
Finalizados los parlamentos, el sonido metalizado de una sirena, accionada manualmente por José Azkárraga, indicaba el primer turno para descender al refugio. El color de nuestras chapas marcaba el orden de acceso, éramos unas 200 personas. Ante un aforo obviamente restringido por temas de espacio y seguridad, los 4 comisarios de la exposición y la coordinadora municipal, Pepa Pascual, se encargaron de guiar las visitas comentadas al refugio y a la exposición.
En el tiempo de espera, un concierto de música coral, a cargo del Coro de L’Eliana, amenizó el acto con poemas musicados de Miguel Hernández o Lorca y canciones populares como el ‘Bella Ciao’. La sirena sonó de nuevo. Era nuestro turno. Comenzaba la visita…
Kit del asistente a la inauguración: chapa identificativa ‘REFUGIO’, catálogo de la exposición “Tempesta de Ferro” y folleto de mano sobre el refugio, editados por el Ayuntamiento (Foto: AMM)
El refugio antiaéreo del Grupo Escolar del Ayuntamiento de Valencia
El refugio se ubica en el subsuelo del patio interior del edificio consistorial, pero el acceso actual se realiza por la calle Arzobispo Mayoral número 1. Como un guiño al pasado y con una potente carga estética, nos dan la bienvenida siete enormes letras de hormigón, que conforman el rótulo ‘REFUGIO’, en esa tipografía tan personal y, ya icónica, de los refugios de la ciudad. Además unos pequeños aviones rojos, en el suelo, marcan el itinerario a seguir hasta llegar a la boca del refugio. Antes de descender al subsuelo, el camino de acceso está jalonado con plafones de texto explicativos, que introducen al visitante en el contexto histórico y la naturaleza del espacio al que se va a acceder.
Se trata de un refugio antiaéreo escolar, destinado a proteger a la comunidad educativa que albergaba la escuela que, en aquella época, se ubicaba en el edificio consistorial. Construido durante el primer semestre del año 1938, bajo la supervisión del arquitecto municipal, José Luis Testor, tenía capacidad para 700 escolares.

Pasillo de acceso al patio interior donde se ubica la boca del refugio. Rótulo a la entrada de la zona musealizada: sólo dos de las siete letras son originales y se han recuperado de otro refugio que, en la actualidad, se encuentra en estado de ruina (Fotos: AMM).
Boca de entrada al refugio y detalle de la escalera de acceso, donde se aprecia el color rojo almagra restituido a partir del estudio de los restos de pigmentos documentados en las catas murarias (Fotos: AMM)
El proyecto municipal de recuperación del refugio se inició en abril de 2016, con un presupuesto de 212.000 euros (Levante 19 abril 2019). Un trabajo ambicioso que ha incluido estudios previos del inmueble, recopilación y consulta de documentación de época así como el análisis de los expedientes sobre su construcción, que se conservan en el Archivo Histórico Municipal. También se han realizado catas arqueológicas, y se han podido documentar elementos originales de la construcción como la existencia de retretes, sistema de iluminación y de ventilación o bancos corridos, adosados a la pared. En este sentido, hay que mencionar que antes de la intervención, el refugio se encontraba totalmente desvirtuado como consecuencia de las obras que se realizaron en la década 1950-1960. Esas reformas en el edificio consistorial también afectaron al refugio, que sufrió la eliminación de algunos elementos originales como los característicos bancos corridos o uno de los dos accesos con los que contaba. Además, fue totalmente repavimentado y se instalaron puertas y estanterías en las galerías. De hecho, hasta la fecha, el refugio había sido convertido en un sótano compartimentado para almacenar papeles a modo de trastero, en una metáfora desoladora del nulo valor que se le ha conferido hasta ahora.
Finalizada la intervención arqueológica, se llevaron a cabo trabajos de reforma interior y de restauración del espacio a cargo de ‘Mesquecons” y ‘Noema Restauradores’. La restauración ha consistido, principalmente, en trabajos de limpieza y la eliminación de elementos intrusivos, lo que han permitido la recuperación de la estructura y la estética original del refugio. Tiene cinco galerías principales paralelas, que se comunican entre ellas mediante galerías más estrechas. Con sección típica en “u” invertida, las galerías están cubiertas con bóvedas rebajadas de hormigón. Aunque la singularidad principal de este refugio son los pigmentos azul cobalto y rojizo que decoraban las galerías y la escalera de acceso, respectivamente, y que se localizaron residualmente en algunos puntos de las paredes.
Cuatro imágenes superiores: Estado del acceso y del interior del refugio, previamente a ser intervenido (Fotos: M. Mezquida). Dos imágenes inferiores: Galerías del refugio una vez vaciado y desmantelado el almacén en que se había convertido (Fotos: J.M. Azkárraga)
La última fase del proyecto de intervención ha consistido en la musealización tanto del refugio en sí como de los accesos desde la superficie. Es una intervención equilibrada, que permite al visitante introducirse progresivamente en el espacio y el tiempo. En superficie se han instalado paneles explicativos y algunos elementos de atrezzo como el rótulo ‘REFUGIO’ o los aviones en el suelo. Dentro del refugio, se combinan textos y fotografías en las diferentes galerías con una zona de proyección audiovisual. Además el uso de plafones de texto retroiluminados y una iluminación con variaciones cromáticas resulta muy cálida y permite disfrutar de una visita ciertamente sugerente. Una tiende a pensar en un refugio de guerra como un espacio tétrico y espartano (como lo son muchos de los que se pueden visitar), pero este refugio tiene el don de conservar la esencia y la memoria de un espacio de guerra, ciertamente singular: un espacio de guerra y de memoria construido para niños y niñas.
Estado actual del refugio una vez intervenido, restaurado e inaugurado. Izquierda: Detalle de tres de los plafones explicativos principales retroiluminados. Derecha: Detalle de uno de las galerías laterales y el sistema de iluminación tricolor instalado en el vacío que han dejado los bancos corridos desaparecidos (Fotos: AMM)
Cómo y Cuándo visitar el refugio
La web municipal[1] informa que la entrada al refugio es gratuita. Las visitas se ofertan para grupos de 30 personas, en 4 sesiones de martes a viernes (11h, 13h, 16.30h y 18h.) y en dos los sábados (11h y 13h). Se requiere, en todo caso, reserva previa bien vía telefónica (962 081 390) o presencialmente. El horario de concertación es de martes a viernes (10-14h y 15-19h) y los sábados (10-14h).
Sin embargo, es cierto que en la caótica y abigarrada web oficial del Ayuntamiento de Valencia, un horror vacui de contenidos no permite la fácil localización de esta información. Para encontrar el espacio informativo sobre el refugio, hay que visitar la “Agenda”, donde aparece como exposición permanente. Sin duda, este posicionamiento en la web no resulta nada favorecedor. Quizás sería más conveniente que el refugio apareciera en el espacio de “Museos”, al ser un espacio musealizado y ofertado para visitas, como por ejemplo sí ocurre con otras arquitecturas singulares de la ciudad como las Torres de Serranos o las de Quart.
Respecto al horario de visitas ofertado, el hecho de que los lunes no sean hábiles y que tampoco se indique si es visitable en días festivos, entendemos que puede restringir su disfrute. Aunque es obvio que el propio horario del Consistorio, la necesidad de personal o la seguridad puedan explicarlo. También es cierto, que la inauguración aún está reciente y que, a todas luces, la oferta se debería consolidar a corto-medio plazo, ofreciendo además actividades didácticas y servicios complementarios para los grupos que conciertan la visita. Especialmente importante es que el personal que realice las visitas y las actividades sea personal profesional, preparado, y que la elaboración de contenidos cuente con la supervisión y el asesoramiento transversal de expertos en la materia. Por otro lado, echamos en falta en la web, la posibilidad de descargar o consultar en pdf el folleto de mano sobre el refugio, que ha editado el Ayuntamiento en castellano/valenciano/inglés; dado que siempre favorece al curioso o al visitante interesado poder conocer de antemano algunos detalles del lugar.
Refugios, patrimonio y memoria…
Una tiene por afición visitar refugios, patrimonio del periodo de entreguerras y lugares de memoria. Los he visto en distintos pueblos, ciudades y países. También en Valencia, pero hasta este día, siempre con casco de obra y con colegas de profesión. Ya ha pasado mucho tiempo desde que en 2001, participara en la elaboración de un estudio e inventario preliminar de los refugios de la ciudad de Valencia, bajo la coordinación del profesor Albert Girona. Las reivindicaciones en torno a los refugios y su valor han sido una empresa que nos ha interesado y preocupado a muchos durante tiempo. Prueba de ello son los trabajos de investigación, las publicaciones y el interés conjunto en visitarlos y documentarlos (Vera Deleito, Vera De Leito, 2000; Aragó et al., 2007; Moreno, Muñoz, 2011; Peinado, 2016; Taberner, 2016 entre otros). Y finalmente, después de todos esos años de travesía por el desierto, por fin se ha inaugurado un refugio musealizado en Valencia. Esto que puede sonar algo normal y cotidiano en otros lugares, aquí resulta una primicia. Nunca hasta ahora se había intervenido y restaurado un refugio en la ciudad. Bueno, para ser exactos, de tres centenares de refugios que aproximadamente se conocen en la actualidad (Azkárraga, Peinado, 2017), ninguno había sido habilitado para acoger regularmente a visitantes, turistas, escolares o curiosos, hasta la fecha. Es cierto de las acciones ciudadanas de colectivos, aficionados y estudiosos permiten algunas actividades de divulgación y esporádicamente se pueden visitar refugios ubicados en centros escolares o lugares céntricos de la ciudad; pero como fruto de la dedicación y el interés de ciertas personas y no como resultado de una oferta programada desde las administraciones públicas (Aragó et al., 2007; Azkárraga, 2016). De hecho de tres centenares conocidos podríamos decir que escasamente 15 o 20 son recuperables. Desafortunadamente, la situación de estos restos patrimoniales ha sido tan paupérrima durante 40 años de democracia valenciana, que la gran mayoría permanecen clausurados, silenciados y olvidados bajo tierra. Sólo muy recientemente, después de años de reivindicaciones, hemos sido testigos de un cambio de aires con el nuevo Govern de La Nau y el nuevo equipo de gobierno del Ayuntamiento de Valencia. Bienvenidas sean la nueva Ley de Memoria Democrática Valenciana, las subvenciones públicas para proyectos de Memoria Histórica o la modificación de la Ley de Patrimonio que, ahora sí, recoge expresamente los refugios y demás restos de la arquitectura del conflicto como elementos patrimoniales. Este, quizás aún básico, contexto legislativo, todo y no ser la panacea, al menos abre nuevos espacios de trabajo, de debate y de reivindicaciones.
Porque la apertura y recuperación del refugio se agradece y se disfruta, pero no puede quedarse sólo en eso. Debe ser el punto de origen de un proyecto más ambicioso donde paulatinamente se recuperen otros espacios de memoria en la ciudad y de la provincia. En el caso del que nos ocupa, la naturaleza del refugio y su tamaño han propiciado una musealización orientada a la recuperación de su estado original a fin de mostrar su estructura, decoración y función. Además los recursos museográficos empleados permiten ampliar a otros contenidos sobre el contexto histórico que lo originó, su construcción y características, los testimonios orales de personas que lo vivieron en primera persona, etc. Sin embargo, se presume enriquecedor un proyecto integral y coordinado que ofrezca, a través de las diferentes tipologías y ubicaciones de estos y otros elementos patrimoniales del conflicto, la posibilidad de abordar de forma holística temas históricos, sociales, culturales y patrimoniales tanto en lo local como en lo global. No debemos olvidar que estas construcciones son fruto de una guerra que tuvo lugar hace 8 décadas, y que su desarrollo y desenlace condicionó la historia reciente de nuestro país afectando a diversas generaciones. Entender que la guerra y la dictadura son parte de qué y cómo somos hoy en día es clave para afrontar el presente y el futuro con calidad democrática. Y sin duda, una manera de aprender y divulgar la historia son los libros y la educación reglada pero también lo deben ser las con políticas culturales accesibles, intergeneracionales e integradoras.
En esta coyuntura, Valencia empieza a dar sus primeros pasos, apenas balbucea en el estudio, recuperación y musealización de los refugios antiaéreos a partir de proyectos impulsados desde la Administración. Y es que las comparaciones son odiosas porque esto, que aquí es noticia, empezó hace ya década y media a producirse en ciudades como Cartagena, Almería o Barcelona. Porque nadie entiende que Alcoi, Cullera o La Pobla del Duc hayan recuperado y musealizado refugios antes que el Cap i Casal. Esta ciudad que albergó la capitalidad de la República y que fue bombardeada durante 237 días entre 1937-1939, ha despreciado y desterrado toda evidencia y recuerdo del periodo republicano y de la guerra durante décadas. Y con esto no reclamamos aquí, militancia política, sino políticas inclusivas y proyectos integrales, multidisciplinares e intergeneracionales, que pongan fin a la censura y el reduccionismo de esa parte de nuestro pasado reciente, que durante tantos años ha sido ignorada ex profeso. Por eso nos alegra que también se estén ultimando, por parte del Ayuntamiento de Valencia, y bajo la coordinación de Pepa Pascual, los trabajos de la recuperación del refugio situado en la calle Serranos, que planea su inauguración en breve. Del mismo modo, que valoramos el interés y la iniciativa privada de la Fundació Per Amor a l’Art, que también tiene previsto abrir al público el refugio de la Fábrica «Bombas Gens», intervenido arqueológicamente bajo la dirección técnica de Paloma Berrocal, Ramón Esteve y la restauradora Sofía Martínez, de ‘Noema Restauradores’.
Estos espacios de memoria no son ni deben ser, como hemos leído en algún medio de comunicación “lugares para aquellos interesados en la historia”. Su función social y didáctica es tan transversal, que pueden ser recursos para educar en valores, generar pensamiento crítico y ofrecer a la ciudadanía espacios y lugares donde el valor histórico, cultural y patrimonial revierta en aspectos y temas tanto pasados como presentes y futuros. Por otro lado, aunque también tienen grandes posibilidades como recurso turístico -vistos los ejemplos en otras ciudades y países- no deberían reducirse a ser meros lugares de visita. La recuperación de los refugios debe singularizar cada uno de ellos, por su función, su tipología, su ubicación y su historia. E implementar proyectos de restauración y/o musealización heterogéneos y complementarios con la finalidad de ofrecer diferentes posibilidades y diversificar públicos y discursos. No todos tienen porque responder al mismo patrón de intervención: unos pueden recuperarse convertidos en museo temático; otros conservarse desnudos, sin elementos museográficos, para simplemente apreciar su arquitectura, su origen y función primordial. Incluso debe aceptarse que algunos se habiliten para que se realicen en ellos actividades culturales, como ocurre en el paradigmático ejemplo del refugio del Instituto Luis Vives, que acoge performances, teatro, charlas, presentaciones de libros y un largo etcétera de actividades bajo la coordinación de José Azkárraga.
Queda, pues, mucho por hacer. Pero es de rigor reconocer el cambio de actitud de la actual Administración y el esfuerzo, la dedicación y el trabajo bien hecho del equipo de profesionales que está detrás de este proyecto. Un hito que, sin duda, marca en la capital del Turia, un antes y un después en la construcción de nuestra memoria democrática y que ofrece nuevos espacios para el ocio, la cultura y el turismo; pero también en pro de la reparación, la convivencia y la memoria histórica.
Acceso principal del refugio de la calle Serranos, aún en obras. Una metáfora visual de la fase en la que nos encontramos respecto al patrimonio bélico de la guerra civil y la memoria democrática: “en construcción” (Foto: AMM, 8 de mayo de 2017)
Notas:
Referencias:
Aracil, R.; Villarroya, J. (2010): El País Valencià sota les bombes (1936-1939). Universitat de València. Servei de Publicacions.
Aragó, L.; Azkárraga, J. M.; Salazar, J. (2007): Guía urbana. La ciudad en la 2ª República, Valencia.
Azkárraga, J. M.; Peinado, J. (2017): “Al refugi!”. En Navarro y Valero (eds): Com es viu una guerra? La vida quotidiana d’una ciutat de rereguarda. Ajuntament de València, pp. 61-88.
Azkárraga, J. M. et alii (2017): Tempesta de Ferro. Els Refugis Antiaeris a València. Ajuntament de València.
Azkárraga, J. M. (2016): El conocimiento de la historia de la ciudad a través de rutas guiadas: el caso de la Segunda República en Valencia. En Colomer y Sorribes (coord.), València, 1808-2015: la història continua… Vol. 2, pp. 13-30.
Moreno, A.; Muñoz, À. (2011): Arqueologia de la memòria. Els refugis antiaeris a la ciutat de València. Saguntum: Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, Nº 43, 2011, pp. 177-192.
Moreno, A.; Olmos, P. (2015): Quart de Poblet 1936-1939. Un poble de la rereguarda. Ajuntament de Quart de Poblet.
Peinado, J. (2016): La defensa de la ciudad de Valencia durante la Guerra Civil Española. Tesis Doctoral, Universitat de València.
Taberner, F. (2016): La defensa pasiva. Notas sobre la construcción de los refugios antiaéreos en Valencia. En Colomer y Sorribes (coord.), València, 1808-2015: la història continua… Vol. 2, pp. 99-119.
Vera Deleito, A.; Vera De Leito, J. (2000): Defensa Antiaérea Republicana (1936-1939). Artillería y Refugios (Algo de Valor), Valencia.
La Vanguardia 02/12/2016: “El Ayuntamiento crea ‘València en la memòria’, una ruta que señaliza edificios emblemáticos en la Guerra Civil”.
Levante-EMV 19/04/2017: “El refugio del Ayuntamiento recupera su memoria”.